Apoyo para la salud de mi mamá

Hace tres años a mi mamá le diagnosticaron cáncer de mama en etapa 3. Después de un largo proceso de tratamientos, a inicios de este año finalmente pudieron operarla y retirarle el tumor. Pensamos que lo peor había pasado, pero los últimos exámenes revelaron que la enfermedad había avanzado: sufrió metástasis en los pulmones y, además, le detectaron un nuevo tumor en el útero de 11 x 12 cm. Los médicos explicaron que será necesario realizarle otra biopsia y someterla a radioterapia para poder recién operarla. En el caso de los pulmones, el tratamiento también será con radiación. Cada noticia ha sido un golpe muy duro para ella y para nosotros, ya que cada procedimiento implica tiempo, gastos y fortaleza emocional. Lamentablemente, en el IREN Centro las citas suelen demorar demasiado, y en su situación cada día cuenta; por eso sueño con poder llevarla a una clínica donde reciba atención más rápida y especializada. Por mi parte, este año también ha sido difícil. En marzo me diagnosticaron espondilitis anquilosante, una enfermedad crónica, autoinmune e inflamatoria que afecta principalmente las articulaciones de la columna, causando dolor, rigidez y limitaciones físicas. Desde el diagnóstico ya he pasado por tres cambios de tratamiento porque no respondo bien a los medicamentos iniciales, lo que significa nuevos exámenes, controles constantes y gastos que se suman a los de mi mamá. En este contexto, los recursos no alcanzan y se hace difícil cubrir ambas necesidades médicas. Aun así, más allá de lo económico, lo que más me motiva es darle a mi mamá tranquilidad en medio de tanta lucha. Ella siempre ha anhelado tener un pequeño lugar propio, un hogar sencillo pero lleno de amor, donde pueda sentirse segura y en paz. Cumplir ese deseo sería regalarle esperanza y la posibilidad de vivir con más calma, incluso mientras enfrenta esta batalla tan dura.